Contratar a un mago ha sido siempre una opción para amenizar con éxito una fiesta de cumpleaños. Hoy, las actuaciones de magia se contratan en cualquier tipo de eventos, tanto de niños como de mayores.
Así nos lo confirma el mago Antonio Romero, Premio Mundial de Innovación en 2015, autor de los libros como “Innova. ¡Tú puedes!”, “Sin límites” o “La magia de Antonio Romero”. Un mago madrileño que lleva en activo desde los años 90 y que además de recorrer lo ancho y largo de la geografía nacional, actúa con frecuencia en EE.UU., Japón e Italia. Según él, a día de hoy, las actuaciones de magia son contratadas desde en eventos para empresas hasta en fiestas privadas.
Y es que la magia conecta con el niño que llevamos dentro. Con esa capacidad de sorprendernos. Seguimos atentamente la evolución de un truco de magia, como si estuviéramos escuchando un cuento, a la espera de ver el resultado final.
Cuando nos hacemos mayores reprimimos el instinto de sorpresa. Tendemos a volvernos más cerebrales, menos impulsivos. Nos esforzamos por descubrir el funcionamiento interno de un truco de magia. No nos engañemos. Esta es otra forma de sacar el niño de nuestro interior, eso sí, de una forma camuflada.
Como sucede con la literatura y el teatro, tan importante es lo que se cuenta, que cómo se cuenta. Por eso los magos ponen tanto hincapié en la puesta en escena. En la guionización de las actuaciones. Introducen toques de humor, involucran al público, insertan los trucos en la narración de historias. Se trata de captar y mantener la atención del espectador. Sin duda, la tarea más complicada de un espectáculo.
Cuando hablamos de comunicación y emoción, y la magia toca de lleno estos dos aspectos, no existe diferencia de edades. Se trata de conectar con el público y generar en él una reacción emocional. Aquí radica parte del embrujo de la magia.
¿Por qué nos gusta la magia?
En un artículo publicado en el periódico El Correo, el mago Daniel Daortiz dice: «En la condición del ser humano está querer entenderlo todo. En cuanto hay algo que desconocemos, que no sabemos cómo explicar, se despierta en nosotros el interés y una gran atracción». El también mago Juan Mayoral señala que a todos nos gusta soñar. La magia tiene la habilidad de hacer que un sueño, algo fantástico, parezca realidad.
La magia desafía los límites de la lógica. Por muy sencillo que parezca un truco, tiene un resultado que se escapa del comportamiento racional de las cosas. Nos enseñan una chistera vacía, y con una varita, el artista saca de ella unas palomas que se ponen a volar por la sala.
Un espectáculo de magia representa un escape temporal de la rutina. Por un momento nos sumergimos en un ambiente fantástico, que requiere de toda nuestra atención. No pensamos en nuestros problemas y preocupaciones, y nos dejamos llevar por las ilusiones que nos presenta el mago.
La actuación mantiene en vilo a la audiencia. Sigue con detenimiento el desarrollo del truco a la espera de ser sorprendido. Hemos asistido a tantos espectáculos de magia, bien presencialmente o viéndolos por televisión, que sabemos que el mago guarda sus mejores trucos para el final. Quiere cerrar la actuación por todo lo alto. Sabemos que un espectáculo de magia suele ir in crescendo. Por eso no dudamos en seguir toda la actuación hasta el final. Esto es algo que no sucede con todas las artes escénicas.
La magia es estimulante para nuestro cerebro. Lo pone en funcionamiento. Dependiendo de nuestra actitud, podemos poner en marcha diferentes áreas de la masa gris. Las relacionadas con la imaginación, la parte analítica, la que rige las emociones. La magia es una disciplina que no deja indiferente a nadie.
Los trucos de magia más habituales.
Hay trucos o grupos de trucos, que por mucho que pasen los años se siguen representando. Esto es porque conectan con nosotros y aún conservan la capacidad de asombrarnos.
Uno de ellos son los trucos de cartas. El atractivo de estos trucos está en la cercanía y la participación directa del público. El ilusionista pide la participación voluntaria de un espectador. Esa persona va a ser parte activa del sketch. Además de interactuar con el mago, está al lado del artista para corroborar que no hay trampa ni cartón. El mago actúa con algo tan sencillo como es una baraja de cartas. Algo que todos conocemos y sabemos cómo funciona.
Cuando el mago pide un voluntario, muchos de nosotros pensamos: “tierra, trágame.” Que no se fije en nosotros. Que no nos saque al escenario. Sin embargo, cuando saca a otra persona del patio de butacas, no podemos evitar sentirnos identificados con ella. Es como si nos hubiera sacado a uno de nosotros.
Otro de los trucos clásicos es hacer desaparecer y aparecer cosas. Es una modalidad de trucos que utiliza cualquier mago. Puede ser desde hacer desaparecer un objeto pequeño, como un encendedor, hasta desaparecer a una persona. David Copperfield hacía desaparecer monumentos enteros. Por un instante nos preguntamos: ¿Dónde habrá ido a parar el objeto? ¿Y si el mago no lo recupera?
Uno de esos trucos que siempre gustan a la gente son en los que se hacen aparecer dinero. Desde sacar una moneda detrás de la oreja de un niño, hasta meter un pañuelo en una caja vacía y que con una par de toques mágicos, se trasforme en un fajo de billetes. Esta es la magia que nos gustaría hacer en nuestra vida diaria y que somos incapaces de conseguir.
Nuevos o viejos caminos de la magia.
La magia parece haber cogido nuevos caminos en los últimos tiempos. Uno de ellos es el mentalismo. En este caso, el canal de conexión con el público no es el humor, sino el poder de la mente. En estos espectáculos, la magia se viste con una capa seudocientífica o paranormal.
El conocido mentalista Luis Pardo comenta al periódico La Voz de Galicia que cada noche cuando sale al escenario le dice a su público que todo lo que va a ver es fruto de la sugestión y del uso de la psicología. A pesar de ello, terminada la actuación, siempre aparece alguien en el camerino que le pide que le ayude a superar una enfermedad, un problema económico o ponerse en contacto con un familiar difundo.
Aunque parece que el mentalismo apareció en la segunda mitad del siglo XX con artistas como Uri Geller, que era capaz de doblar cucharas con la mente, o Anthony Blake, que leía el pensamiento del público, el mentalismo es tan antiguo como los espectáculos teatrales de magia.
En 1848, las Hermanas Fox, en Estados Unidos, hacían sesiones de guija en público y afirmaban contactar con familiares difuntos de los espectadores. Hacia el final de su carrera, el gran Houdini incorporó elementos de la parapsicología en sus actuaciones, como usar una bola de cristal para adivinar el futuro.
Una aplicación interesante de la magia que se está implementando en los últimos tiempos es su uso con fines educativos. En este sentido, algunas academias de inglés programan en sus clases espectáculos de magia para enseñar idiomas. De esta forma, según se comenta, los niños prestan más atención y mejoran su vocabulario y su comprensión oral.
Algunas agencias de magia en Barcelona imparten talleres para que los profesores de primaria integren los trucos de magia en sus clases como un recurso pedagógico, más. Según ellos, la magia es efectiva para explicar matemáticas, ciencia o lengua.
De los teatros a los salones de las casas.
Un espectáculo de magia es un broche fantástico para poner el colofón final a cualquier celebración. La razón principal es que no requiere mucha infraestructura para realizarlo.
Digamos que el mago lleva todo lo que necesita para su actuación en su maletín de mago. Si practica la magia de proximidad, tipo Juan Tamariz, tan solo requerirá una mesa, un tapete de cartas y las barajas que lleve consigo. Esta simplicidad de medios no interfiere en la calidad de su actuación. Con pocos medios puede sorprender a los asistentes con su habilidad.
Es más sencillo preparar una actuación de magia que un concierto de música. La magia tiene la versatilidad de que se puede llevar a cualquier sitio.
Hay magos profesionales que pagando su caché ofrecen espectáculos en fiestas de cumpleaños, celebraciones familiares, eventos de empresas o para amenizar a la clientela en bares y restaurantes.
Un espectáculo de magia tiene la capacidad de poder personalizarse. Conociendo algunos datos del público o de la persona agasajada, se puede adaptar el espectáculo a sus gustos.
Un servicio chocante que utilizan algunos magos es el del invitado infiltrado. El mago acude a una fiesta o a una celebración, haciéndose pasar por un invitado más que quiere dar unas palabras en honor al protagonista. De esta manera comienza un espectáculo cargado de anécdotas, de alusiones a los asistentes.
Sin duda, un buen espectáculo de magia es un recurso efectivo para que los asistentes a un evento se lo pasen en grande.