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Cocina creativa con chuches

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Candies 4

¿Todavía queda en la despensa una cesta de chuches desde las pasadas navidades? ¿Sobró un quintal de las chuches para la comunión de los sobrinos? Uno de los principios fundamentales de la cocina creativa, tanto tradicional como moderna, se basa en la capacidad de reciclaje de ingredientes. ¿Si no, cómo cree que alguien hubiera inventado platos como la croqueta o el bocadillo? Las chucherías y golosinas no se libran de este proceso de reutilización, ya que existen numerosas recetas con las que experimentar con este excedente de dulce abandonado. Además, fechas como Navidad y Halloween son especialmente indicadas, ya que parecen haber estimulado la imaginación de estos ingeniosos reposteros.

Es el caso, por ejemplo, de las chocolatinas navideñas con gominolas. Tan solo requieren chocolate para fundir y, por supuesto, gominolas de colores. El cocinado es sencillo. Se extiende sobre una bandeja de horno un papel antiadherente mientras se funde el chocolate, bien al baño maría, bien al microondas. Una vez licuado, el chocolate se extiende con forma triangular por la superficie de la bandeja, procurando que quede uniforme empleando para ello un cuchillo sin filo, una espátula o una cuchara. Si parece complicado formar estos triángulos, similares a los de la pizza, tampoco pasa nada. Con cubrir de chocolate toda la superficie del papel antiadherente es suficiente, porque se puede partir a posteriori de la manera que se desee. En cualquier caso, se distribuyen las gominolas de colores sobre el chocolate y se deja enfriar en la nevera hasta que el chocolate se haya endurecido y se pueda sostener de la mano. Es una cuestión puramente cosmética, pero cabe recordar que los colores de gominolas más navideños son el verde y el rojo.

No obstante, si lo que les faltan a tus cestas de chuches son precisamente golosinas, hay remedios sencillos y deliciosos para ello. Se pueden elaborar pequeños caramelos empleando como ingredientes una clara de huevo y una cucharada de azúcar. En un recipiente, se mezclan y se baten hasta dejarlo al punto de nieve. Esta pasta se distribuye en montoncitos en una fuente para horno y se cuecen a temperatura media hasta conseguir que queden dorados: la señal que indica que poseen una textura resistente en el exterior y delicada en el interior.

Otra receta de golosinas utiliza como base la gelatina, de la que se empleará un sobre de sabor neutro y otro de sabor a fruta, ésta a gusto del consumidor. En una cazuela con alrededor de 200 mililitros de agua, se vierte la gelatina neutra antes de que el líquido comience a hervir. Se remueve para distribuir homogéneamente el contenido y, después, se agrega la gelatina con sabor a fruta. A ello se añade 150 gramos de azúcar y se sigue removiendo con la cuchara hasta que los componentes se disuelvan en el agua. Una vez logrado, se vierte todo en un recipiente y se bate hasta el punto de nieve. Se deja reposar y se bate de nuevo hasta el mismo punto. Luego se deja enfriar para que se solidifique y se forme la golosina. Para ello, se pueden improvisar moldes con formas divertidas o, si el tiempo y los recursos son los justos, una cubitera hace el servicio a la perfección. También se puede verter todo en una bandeja plana para, más tarde, proceder a cortar las golosinas con las formas que se deseen. Espolvorear azúcar por encima es un añadido extra indicado para los más golosos de la casa.

Sano, sí, pero no tanto como las delicias de zanahoria, que parecen zanahorias pero saben como un dulce, pero parecen zanahorias, pero saben como un dulce, pero… Para despertar esta sucesión de infinitos dilemas mentales entre un grupo de niños que aborrezcan la verdura, no tienes más que pelar un par de zanahorias y licuarlas –con las hortalizas cocidas de antemano el resultado es más rápido y perfecto-. El zumo resultante se mezcla con una lata de leche condensada y dos cucharadas de mantequilla en una cazuela y se cuece a fuego lento. Se deja enfriar la masa y, antes de que se solidifique, se distribuye en palitos donde, previamente, se ha atado un lazo verde –por aquello de simular visualmente la zanahoria, cerca de un extremo. Cuando haya ganado consistencia, se practican estrías sobre las zanahorias de caramelo para decorarlas. Y se comen.

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